Mi infancia

Por las tardes me sacaban al jardín para que me diera el aire. En cuanto tuve todas las vacunas puestas empezaron a sacarme de paseo. Mientras tanto tenía una cajita en casa que podía usar. Averigüé que si entraba en ella, previa comprobación de que me miraban, y hacía un poquito de pis, me daban un premio. Después me daba una vueltecita por la casa y volvía a entrar para continuar y recibir otro premio. De esta forma conseguía más premios que haciéndolo todo de una sola vez.
Hacía lo mismo que el resto, si jugaban a que un globo no tocara el suelo, yo lo impulsaba con mi hocico cuando me tocaba; si jugaban al fútbol, era la mejor; si jugaban al Badmington, hacía de recogeplumas; si íbamos de paseo al campo, era la primera y a la vez controlaba al último.
Pero lo que más me gusta es cuando jugamos al frisbee. Casi todas las noches, después de correr y pasear, Carlos y yo  jugamos un rato.
Con el clicker, aprendí rápidamente un montón de trucos como encender o apagar la luz, esconder mi cabeza debajo de la mesa a la vez que miraba de reojillo, hacerme la muerta aunque moviera el rabo, montar en monopatín y muchos trucos más.  Cuando el clicker aparece en acción sé que voy a recibir premio, así que, sobre todo de pequeña, cada vez que lo veía se me hacían los ojos "chiribitas".